By Pablo A.

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La situación adversa que le está atravesando el modelo y las acciones de Syriza, probablemente no vaya a hacer cambiar de forma de los firmes defensores de la necesidad de tener un Estado-nación fuerte (o una patria) como forma de establecer nuestras relaciones con el entorno.

Sin embargo, como evidencia un artículo de Theodoros Karyotis publicado en Diagonal, si que puede volver a convencer a aquellos “desmovilizados” que aceptaron el paso a una determinada “conquista de las instituciones” podría ser útil para la construcción de unos intereses políticos que realmente se alejaban las posturas de los movimientos autónomos que quieren derivar hacia la descentralización absoluta y la toma de nuestra soberanía personal.

Syriza ha sido un agente de desmovilización, poniendo fin a la crisis de legitimación que dio un papel protagonista a la creatividad social y la autodeterminación de los movimientos, y ha promovido la institucionalización de las luchas, la marginación de las demandas que no encajaban con su proyecto de gestión estatal, y la restitución de la lógica de la representación y delegación política, que promovió la inacción y la complacencia. (…)

La percepción de pérdida del poder político sobre su propia vida está haciendo que muchos europeos den un giro hacia partidos xenófobos y reaccionarios que prometen un retorno al Estado-Nación autoritario. La izquierda europea mira con perplejidad como sus esperanzas de una UE basada en la solidaridad y la justicia social se desvanecen junto con los esfuerzos de Syriza de negociar una salida humana de la crisis de la deuda griega.

Es el momento oportuno para que una amplia alianza de fuerzas sociales lleve adelante un “Plan C”, basado en la colaboración social, el autogobierno descentralizado y la administración de los bienes comunes. Sin pasar por alto su importancia, la política electoral nacional no es el campo privilegiado de acción … Leer artículo completo >>>

Fuente: Activismo de Mercado