By pablo
Hace unos meses KATSU utilizó su drone armado con un bote de pintura en spray para vandalizar uno de los paneles publicitarios más céntricos de Nueva York, En una entrevista en Hiperallergic recientemente justificaba que las muestras que lleva algo más de un año haciendo de sus ensayos en interiores, como los que mostró en la feria de arte de Silicon Valley el año pasado, simplemente quieren aprovechar “el corto periodo de tiempo antes de que los drones sean capaces de pintar como pintores”, es decir, antes de que el automatismo haga que se pierda la inestabilidad de los trazos y la aventura de lo experimental.
Pero mi sensación personal es que lo que le oferta emplear un drone para “hacer graffiti” no es más que una forma más de apropiación del espacio. Otra forma más de exploración urbana, como lo es el graffiti, que permite apropiarse de un espacio deshumanizado o inaccesible y que lo hace de forma desestructurada, como un enjambre. Un gran juego. “¿Significa eso que puedo tirar esas líneas en un lienzo de 10 metros supendo a 8 m de altura?(…) Pintar de esa forma no había sido posible antes”.
Permite crear nuevas trazas de continuidad en unos mapas personales, al igual que lo permite cada vez que se piensa en algo nuevo y lo abandonamos cuando deja de tener utilidad personal. Aunque es cierto que llegar más arriba, conquistar eso aparentemente inalcanzable, siempre nos ha llevado a intentar cosas nuevas. La técnica siempre ha estado muy ligada a la producción creativa, pero todavía la influencia de la tecnología en el arte sigue gastando horas de conversaciones y folios de revista, principalmente cuando pasamos a hablar de reproductibilidad.
Este tipo de inventos, seguramente vayan a … Leer artículo completo >>>
Fuente: Asincronía